Una vez más despierto en el limbo, en el desasosiego de no
saber contar los minutos y las horas que me separan de sentir.
A la misma conclusión me llevan todas las miradas, los
gestos y las conversaciones, todos se han puesto de acuerdo y a coro me gritan
a la cara como la voz de ¡fuego! en el paredón de los condenados a muerte…
-¡preparen!, ¡apunten!, ¡paciencia!…
Así lo gritan, tus amigas que me dicen ¡No es momento! Mis
deseos que me dicen espera un rato. Nos negamos a fracasar en la pasión de esos
labios, si no va a ser nuestra para siempre.
Pero mi cordura busca excusas más elaboradas para convencer a los
sentimientos de que se hagan los distraídos un momento, el tiempo justo para
engañar a la cobardía y ser tan cuerdo de mandarte unas líneas, de escribirte
un “Buenos días pincesa!” de buscar una canción oportuna para acariciar tu
frente por las noches y antes de dormir y darte las gracias por existir, a mi manera…
Entonces hoy aparco la maquinaria de guerra, bajo las armas,
guardo los tanques y los morteros, y ordeno a mis soldados desnudarse y pecho
al alba cultivar el campo, un campo de flores, versos y pentagramas… distráiganse
pues mientras me conformo con mirarte.
Pero mi cabeza exige una explicación a mi actuación, y me
dirijo al sabio diccionario para mirar que me dice de la palabra “Paciencia”
éste reza escuetamente e que es la “actitud” que lleva al ser humano a poder
soportar contratiempos y dificultades para conseguir algún bien. De acuerdo con
la tradición filosófica, "es la constancia valerosa que se opone al mal, y
a pesar de lo que sufra el hombre no se deja dominar por él".
Entonces me fui a consultar a los filósofos y de camino a
Platón tropecé con Aristóteles y me
dijo: .“De mirar has, en las líneas de mis Éticas. Si la virtud del equilibrio
entre emociones extremas quieres alcanzar. Es más útil el punto medio: metriopatía.
Con ella consiguiras sobreponete a las emociones fuertes forjadas por las
desgracias o aflicciones. Para ello es necesario un entrenamiento práctico ante
el asedio de los dolores y tristezas de la vida, una poliorcética, que desarrollo el Estoicismo.
El Cristianismo, posteriormente, tiene a esta virtud
personificada en la vida de personajes bíblicos como Job o el mismo Jesucristo.
Esta virtud no cardinal (aunque puede ser parte de la cardinal Fortaleza) posee
un vicio antitético en el pecado capital de la Ira, y siendo por ti yo le apunto
un pecad mas la lujuria.
La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la
virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con
fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia
sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que a las cosas
que no dependan estrictamente de uno hay que darles tiempo.
Revolcada en conceptos, sabiduría ancestral filosófica y
teológica expongo ahora mis pueriles razones para querer conquistarte, y no
esperar a que de los sauces caigan las hojas y sea quizás otoño de nuevo o
2015.
Pero ¿cómo educarme
en la paciencia cuando se desborda mi pecho de ganas de amar? ¿En que cajón del
armario se guardan las ganas de decir te quiero mirando a los ojos? ¿Cómo
condenas a la calma al corazón que de deboca si siente tu respirar? ¿Cómo
conjugas el resto de verbos cuando te quedaste en la A de Amar y quedan
veintidós letras de distancia entre ese
verbo y Tener (tenerte).
Ojala Dioses, filósofos, alquimistas, actores y magos
convengan el participar de la tarea de esperarte mientras crece en mi la
paciencia que no tengo para llegar a amar con puntos suspensivos hasta un SIEMPRE…