Cosas y casos sin-enmiendas

9.10.11

Condena




Me duele tanto no poder llorarte como se llora a un muerto.
Pero es que sigues aquí
Intacta
Apaciblemente colgada de mis pensamiento
Palabras
Obras
Ilusiones

Sólo quiero que me dejes el aliento necesario para seguir viviendo
Que me des la libertad que se le da al condenado a muerte
Que me despojes el alma de las yagas
Que quedaron grabadas cuando te robaste mis sentidos

Déjame dormir y no volver a soñar contigo
Déjame intentar amar a otra mujer
Sin en su piel encontrarme contigo


Solo quiero la libertad de esta condena a muerte.

3.10.11

Puedes ignorar e ignorarte de esa manera ( Conversación sobre la conversación con mi interlocutor)

En mi inventario visual de cómo me miras y como te veo, tengo un increíble archivo de todas las cosas que te digo y no escuchas, de las mil situaciones donde necesito tu atención y me ignoras, de los momentos que te propongo vivir y estas ahí como inerte, casi un cadáver intelectual.

Así son nuestras conversaciones, estás como si no estuvieras,
es eso cuanto siento si estas frente a mí y como un libro dispongo mis páginas abiertas ante ti
y eres incapaz de hacer una sutil lectura sobre lo que te cuento,
sencillamente actúas como si me escucharas siguiéndome con frases autómatas sobre las que ya he dicho.

Esta especulación me vino ayer cuando me conversabas y estaba con todos los sentidos atenta a todo cuanto me decías, pero cuando era yo la oradora intervenías y hacías chistes sobre lo que te contaba o sencillamente te perdías en tu mirada sobre algo o alguien a nuestro alrededor.

¿Alguna vez te ha pasado a ti?
Es una inquietud que me atormenta casi a diario el saber si ¿estoy para mi interlocutor siempre que está para mí? Es muy frecuente conseguir que no veas a los ojos de quien te habla o quien te escucha, que respondas inconscientemente con preguntas que quizás no son dudas para ti, que son producto de tus propios pensamientos; ¿Se merece ese que me habla mi actitud mediocre de interlocutor?

El escucharte es escucharme, por lo menos es lo que siento y ya es mucho más que decir pienso. Me interesa lo que me dices, lo que piensas, lo que sientes, porque al escucharte me respeto pues si estás ahí para mi, para escucharme. Es un mundo bilateral en el que respiramos.