Cabrían
en mis manos las nubes de siete tormentas,
en mi
boca el aliento de mil huracanes,
en mis
poros el agua de lluvia de torrentes milenarias como el Salto Angel.
Pero nunca
cabe todo el tiempo que tengo para extrañarte,
Ni mucho menos todo
el tiempo que tengo de recordándote.
Quiero que quepa en mi pecho,
sólo el
tiempo para adorarte.