Cosas y casos sin-enmiendas

31.12.11

Mi balance 2011


Este año, decido escribir casi justo con las uvas… solo le quedan horas al día y estoy estirando el tiempo para que me alcance…

Quiero más que nunca hacer público mi balance, cuando he tenido el placer de vivir un año duro como los que más, pero en el fondo precioso. Precioso porque he aprendido de  a dibujar… “Para dibujar hay que cerrar los ojos y cantar”. Eso decía Picasso, yo los cierro y lo primero que se dibuja ante mis ojos es una sonrisa... inmensa, la cara perfecta, la de  la alegría. La que he decidido adoptar como mi estado de ánimo único e irremplazable, ese que se acentúa cuando veo un niño reir, o cuando el sol irrumpe la oscuridad de la habitación por las mañana… ese que se potencia cuando siento la vida brillar en los vientres de las mujeres que llevan el futuro dentro, o en las huellas de los años dibujadas en el rostro de algún ser con la experiencia suficiente para llamarlo abuelo.

Un estado perfecto, la felicidad, que se contagia al ver el atardecer pintar de colores el horizonte y recordar que del otro lado de esta misma tierra, aunque muy lejanos están mis amores, mi familia, mi gente, a la que creo hecho tanto de menos que inconsciente el corazón comienza a olvidarlos para poder esperar un poco más el milagro de verles.

Un estado permanente que decidió quedarse en mi, cuando encontré su potencial, y supe  que se potencia en el vigor de los besos que se roban los amantes mientras pasean de la mano, o el de los gritos desesperados de los niños al correr las olas.

Este año, muchos se fueron y no estuve para despedirlos, pero permanecen en el corazón y en los recuerdos, otros llegaron y con su paso cambiaron muchas cosas, otros pasaron,  y al seguir de largo se llevaron en su equipaje tiempo, silencios y tristezas, otros se asoman y deseo permanezcan aquí junto a mi latir para compartir de esa felicidad que he decidido vivir.

Agradezco a estos 365 días el placer de haber conocido a personas maravillosas, amistades sinceras, sencillas y espontaneas que colorean los grises en el paso de las estaciones, dan calor, quitan frío y hasta hacen llover cuando más se necesita. Gracias al tiempo y a ustedes por ser mi aliento y mi compañía.

Deseo para los próximos 366 (me soplaron q es bisiesto) días que todo aquel que lea estas líneas reorganice aquella trilogía de “SALUD, DINERO Y AMOR” yo preferiría organizarlo, aunque arrítmico en SALUD, AMOR Y DINERO… SALUD para poder vivir, AMOR para compartir esa vida, y Dinero para decorarla  de buenos detalles, mínimos placeres y la comodidad justa para darnos cuenta de que esas pequeñas cosas de la vida son realmente las grandes, las que merece la pena vivir.

No pretendo nada más para el 2012, solo que seamos felices y con la felicidad tengamos la fuerza y el valor para erradicar de la tierra, miserias humanas, la injusticia, discriminación, pobreza, el cáncer, el hambre y a los políticos, que no caben en el planeta.

Así mi balance se resume a desear Salud, amor y dinero, pero todo ello en LIBERTAR de gustos, cultos, colores, pensamientos, palabras y obras… pero sobre todo la libertad de mi patria y su resurrección como una promesa de gran nación que no termina de despertar.

Feliz 2012 y Gracias por existir...

27.12.11

El Amor no duele, desde que deje de amar...


El amor no duele, desde que deje de amar
 Y con esa frase me limpié los labios después de aquel último beso.
Un último beso que sólo fue un legado de fantasmas en el desierto de tu recuerdo. Ya no me duele el amor porque cambio el rumbo del viento. Ya no me duelen las manos porque no sostengo tu tiempo, ya no me duele nada mas de ti porque ya  eres del viento.

Como tinta en el agua…





Así ha de llenarse mi piel de la tuya, diluyendo lento y sigiloso su tono, como si fuera un humo denso que quiere conquistar el aire, el espacio, la materia. 



Así poco a poco, ir cubriendo cada palmo de tu cuerpo, transformando a su paso el color, el matiz y la vida. Dejándose diluir con la corriente, y generando corrientes al diluirse por dejarse.


Dos gotas bastan para cubrir todo tu cuerpo, inhalar de tu aire y convertirlo en sustento,  que mueva las velas del barco para navegar piel adentro, de norte a sur, de este a oeste. O tanto mejor, sin brújula, sin roda ni timón, solo mis manos remando contra el tiempo. Para contemplar en cada movimiento tuyo como se diluye mi cuerpo, y en cada movimiento mío como ansío mas ser tinta y diluirme  en tus aguas sin rigor y sin tiempo.