Cosas y casos sin-enmiendas

16.1.10

Es que te espero...


En silencio una vez más reposo sobre mi espalda, esperando sentirte a mi lado, poder mirarme en tu piel y respirar de tu aire, vivir la agonía de un suspiro errático y furioso, como el que viví de tus labios sin que tu lo supieras. La noche cuan larga y cómplice aguarda conmigo a tu llegada.
Siempre te imagino venir riendo y brillando como el solsticio de primavera, y que al contacto con tu luz se derrita mi agónica manía de desearte en silencio.
Te miro en la distancia y me provocan desde tu nombre hasta tus pasos, porque son tu presencia después de todo. Lo que no tendré y lo que tengo, es tu presencia.
Mi alma crece contigo, aunque solo es tu presencia. Lo que no se lleva el viento si te toca, la armónica manera que hizo dios al poner unos ojos hermosos sobre un rostro maravilloso y lo decoró magistralmente con tu risa perfecta y una ternura increíble que bien podría perder la compostura, pero mientras eso pasa corazón se ocupa de no hacer que todo en mi pierda el control.
Entre tanto el destino se entretiene y nos lleva por vías diferentes ni siquiera coincidimos en la puerta de mi delirio y tu belleza, de mi vida y tus besos, es como llegar a cantarte al oído aquel bolero: No hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo…. Un desatino, pero no quisiera yo morirme sin tener algo contigo! Y más machacan los deseos cuando vuelve tu presencia y no preciso soñarte para tenerte. El mismo destino que marca la distancia programa la cita.
En esa medida suspiro y espero el encuentro cotidiano, donde finalmente sepas que te espero.