El
temblor advierte del miedo, el cuerpo es débil y tremola cual palma al viento,
incluso puedes oírte temblar. La decisión está tomada, el camino estrecho esta
dibujado y pretendo completarlo. Llegar a ti de la manera que sea posible.
Me
apetece tanto conocer tu ser, en toda su expresión. Tus gustos, tus afectos,
tus delirios, tus caprichos, lo que tienes y te falta, lo que gastas y te
sobra. ¿Me permitirías un día remontarme en tu pecho y mirar desde ahí el horizonte
que miras? Asi podría saber donde construiré un castillo de sentimientos que
tenga por bases la pasión, la tranquilidad, la comprensión, y la locura. En la
torre derecha elevar el deseo a ras de cielo, en la izquierda el devocionario
de tu mirada donde pueda lanzarme en paracaídas, parapente o caída libre hasta
el foso de tu boca. En ella como naufrago a la deriva alcanzar la condena del
calabozo de tus manos.
Tendrá
caballerizas y patio de armas donde planificar las batallas para alcanzar la
conquista de tu cuerpo. Cerca de ellos una torre de homenaje a tu risa y una
capilla para tu voz, que permita la acústica exacta que sea capaz de repetirme
desde tu respiración hasta tus gritos a la guarda de un Dios, el mismo que le
pido las fuerzas necesarias para andar el camino, vencer el miedo y construirte
el castillo.
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