Y como jamás, el corazón me latía
esa tarde, el sabía que te vería de nuevo, pero al fin de cuentas ¿para qué?.
Si las piernas no lo ayudarían a terminar el breve camino entre tu pulso y el mío.
Incomprensible falta de voluntad y coordinación reinando en un solo cuerpo.
Las manos frías y sudorosas, al igual que la frente. Pero las hormonas bullendo
como a mil grados de fiebre, las pupilas evidentemente dilatadas de tentación
pero los ojos ciegos de cobardía no sabían si mirar fijamente a los tuyos sin
la evidencia de aquel criminal que se confiesa para pedir reducción de la
condena.
El escote disimulando al desbocado
potro que nació sin riendas y quiere que sean tus manos las que embriden sus
días. De ser posible con sus noches incluidas.
No tengo silla, ni riendas, jamás he galopado a velocidad controlada, pero
hoy cunden las ganas de que eso sea diferente. Quiero bautizar el camino con
las riendas cortas, un propósito, un objetivo, y de ser compartido mejor. Deseo
reposar en potrero seguro, reír con triunfos compartidos, con la misma dirección,
el paso, el trote, o el galope la velocidad, la decisión de saltar será
compartida, pero las riendas están en tus manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
-¿Qué te pareció?