Tu olor
era presente, intacto, sublime y perfecto, tu sudor reposaba en aquellas
sabanas nuevamente como antes, como siempre, como en vida.
Pero
solo era un recuerdo.
Estabas
aquí conmigo.
Riendo
e inventándonos el mundo.
Escuchándote
filosofar hablar de música y poesía,
mientras yo, divagando entre tus manos y tu risa.
Pero
era una noche más de gas bucólico y agonía, 14 lunas han pasado y yo sigo
esperando tu sonrisa, el roce tibio de tu piel y tu mirada tropezando con la mía.
El
narcótico buqué de tus labios no se repite en la tierra.
Tengo tanto deseo por ti, que procurar taparlo
con llanto es una pena.
Prefiero
soñarte suya y saberte entre sus sabanas, y recordarte desnuda entre las
sabanas mías. Que con el viento me recuerdo de aquellas palabras injustas. Que
el amor está de sobra. Nunca existió en tus brazos cuando estabas entre los míos
y jamás existirá en mi boca si de tu boca lo aspiro.
Mujer
necesito escaparme de este recuerdo impío y que si alguien me cuenta de ti que
sea el viento. Aquel, nuestro único testigo.
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