Este año,
decido escribir casi justo con las uvas… solo le quedan horas al día y estoy
estirando el tiempo para que me alcance…
Quiero más
que nunca hacer público mi balance, cuando he tenido el placer de vivir un año
duro como los que más, pero en el fondo precioso. Precioso porque he aprendido
de a dibujar… “Para dibujar hay que
cerrar los ojos y cantar”. Eso decía Picasso, yo los cierro y lo primero que se
dibuja ante mis ojos es una sonrisa... inmensa, la cara perfecta, la de la alegría. La que he decidido adoptar como
mi estado de ánimo único e irremplazable, ese que se acentúa cuando veo un niño
reir, o cuando el sol irrumpe la oscuridad de la habitación por las mañana… ese
que se potencia cuando siento la vida brillar en los vientres de las mujeres
que llevan el futuro dentro, o en las huellas de los años dibujadas en el
rostro de algún ser con la experiencia suficiente para llamarlo abuelo.
Un estado
perfecto, la felicidad, que se contagia al ver el atardecer pintar de colores
el horizonte y recordar que del otro lado de esta misma tierra, aunque muy
lejanos están mis amores, mi familia, mi gente, a la que creo hecho tanto de
menos que inconsciente el corazón comienza a olvidarlos para poder esperar un
poco más el milagro de verles.
Un estado
permanente que decidió quedarse en mi, cuando encontré su potencial, y supe que se potencia en el vigor de los besos que
se roban los amantes mientras pasean de la mano, o el de los gritos
desesperados de los niños al correr las olas.
Este año,
muchos se fueron y no estuve para despedirlos, pero permanecen en el corazón y
en los recuerdos, otros llegaron y con su paso cambiaron muchas cosas, otros
pasaron, y al seguir de largo se
llevaron en su equipaje tiempo, silencios y tristezas, otros se asoman y deseo
permanezcan aquí junto a mi latir para compartir de esa felicidad que he
decidido vivir.
Agradezco
a estos 365 días el placer de haber conocido a personas maravillosas, amistades
sinceras, sencillas y espontaneas que colorean los grises en el paso de las
estaciones, dan calor, quitan frío y hasta hacen llover cuando más se necesita.
Gracias al tiempo y a ustedes por ser mi aliento y mi compañía.
Deseo
para los próximos 366 (me soplaron q es bisiesto) días que todo aquel que lea estas líneas reorganice
aquella trilogía de “SALUD, DINERO Y AMOR” yo preferiría organizarlo, aunque arrítmico
en SALUD, AMOR Y DINERO… SALUD para poder vivir, AMOR para compartir esa vida,
y Dinero para decorarla de buenos
detalles, mínimos placeres y la comodidad justa para darnos cuenta de que esas
pequeñas cosas de la vida son realmente las grandes, las que merece la pena
vivir.
No
pretendo nada más para el 2012, solo que seamos felices y con la felicidad
tengamos la fuerza y el valor para erradicar de la tierra, miserias humanas, la
injusticia, discriminación, pobreza, el cáncer, el hambre y a los políticos,
que no caben en el planeta.
Así mi
balance se resume a desear Salud, amor y dinero, pero todo ello en LIBERTAR de
gustos, cultos, colores, pensamientos, palabras y obras… pero sobre todo la
libertad de mi patria y su resurrección como una promesa de gran nación que no
termina de despertar.
Feliz
2012 y Gracias por existir...