Cuando
fui a nacer,
Escogí
por oficio ser poeta,
Y mi
madre me amamantó de amanecer,
boleros,
romancero y otra época.
Entonces,
convencida del oficio
Quise
ser poeta, para alabar lo bonito,
bonito,
bonito.
A los
16 me hice mujer,
Cuando
abracé por primera vez
A una
mujer.
A los
18 fui aprendiz del amor
De una
historieta,
la de
tratar de tapar el sol,
para
contemplar a la luna
hermosa,
y blanca mujer.
Alta y
eterna,
Musa
del toro y de la hiel
De los
embates, del querer.
A los
25 vi reír,
Sobre
los dientes del tejado
A otra
hermosa mujer,
Y
entonces volví a vivir.
A los
30 conocí la piel
Entonces
me hice pequeña
Y quise
ir a sus entrañas.
Amarla
por dentro,
amarla
por fuera.
Entonces,
convencida ya de saber
Que no
tengo otro oficio,
Que el
de poeta
Me entrego
a la vida
Sin
perder,
Mientras
el amor viva en mis letras
Fui,
soy y seré poeta,
Por
jugar a querer,
al
amor, las mujeres y las letras.
A
esperar, que otra quiera de mí
hacer
su profesión.
Ser
poeta,
Cuando
caiga en el viento de mis versos,
y la
quiera para conquistar el universo.
Y
quiera morir de amor conmigo
Musa
eterna.
Amante
de mí, poeta.
Amante
del amor
Y de
mis letras
Que
nunca más mueran de amor,
las
musas de mi oficio de poeta.
Las
mujeres hermosas que no murieron,
porque
viven del amor,
que
respira,
del que
escribe el poeta.