Cosas y casos sin-enmiendas

19.7.11

Esta noche.

Hoy el aire frio lleno la habitación, ni las respiraciones consiguieron calentarlo.
La luz no era más o menos, era la misma de ayer pero alumbraba menos.
Porque mis ojos se negaban a abrirse para no darle razón a mis oídos de las palabras que pronunciabas, tras cada una de ellas me sentí morir lentamente, poco a poco, como si de un veneno fino y rigurosamente letal habláramos.
Mis pies se sintieron fríos, la circulación de la sangre parecía haberse esfumado, luego las piernas se sintieron pesadas, el vientre dejó de agitarse, el pecho no conseguía expandirse para buscar aire, mis manos inertes no podían sostener la copa de vino y mis labios querían gritar pero no lo conseguían
Aquella sensación era como la de estar en medio de una pesadilla, de esos malos sueños que te poseen y no te dejan gritar. Entonces pronunciaste aquello, de no haber querido querer y fue cuando la orquesta se detuvo, mi corazón no latió más, mis labios exhalaron el último aliento y mis ojos se cerraron para no amarte más, pero tampoco amarte menos.
Desde entonces hace algunas horas deambulo por las calles de mi mente, esperando que tus manos vuelvan quizás a buscarme.

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