Cosas y casos sin-enmiendas

31.12.09

El último domingo del 2009



Para estas fechas como es costumbre, vuelco un poco del camión de sentimientos en el papel, este no será la excepción, el simple hecho de hablar de un año como este ya es excepcional, un grupo de eventos particulares lo poblaron y como tal espero que se queden a vivir en él y no sean más que pasado. Ahí están mejor que en el mañana.
Por todo aquello que adoré, pensé, deseé y sobreviví, deseo profundamente sean el aliciente para permitirme mantener la calma, y generar la fuerza necesaria para alcanzar todas las cimas que me propongo conquistar para el próximo año.
He encontrado la palabra amar, enredada tras la piel en algunas barreras tejidas de uno mismo, espero que mueran con este año, y poderlas borrar de los limites de mi mente... así como volver a casa, volver a ese trozo del mundo que no me pone reparos y me deja ser quien y como quiero ser, me abre las puertas de las musas y las deja dormir placidas día y noche a mi lado, y donde anhelo estar.
Las despedidas no se hicieron pocas, de las más duras la tuya Esther, que vaina, como se te fue a ocurrir no esperarme, solo te lo disculpo si desde donde estés sigues haciendo porras para que regrese. Beberemos a tu nombre, y recorreremos tu risa en nuestra compañía.
Las ausencias no faltaron, y otras brechas se abrieron, necesarias o no me recuerdan a diario que al mundo venimos solos, así debemos continuar la historia.
En fin, gracias por acabarte 2009, y lleva contigo lo triste, lo malo que yo me encargo de resguardar lo bello en el corazón para alimentar mi alma y triunfar en el 2010.

Tolerancia y Bondad... Gandhi


Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio.
GANDHI, Mohandas

De una maravillosa pluma, la amiga Gregoria Díaz


No es fácil llegar aquí... A veces me miro al espejo y en cada arruga denoto cada desacierto, cada desafuero, cada rabia que me impuse creyendo que algo cambiaria lo que ya está hecho.
Pero también veo cada triunfo, cada logro alcanzado, cada amor sentido; que no me importa que tan vieja puedan verme, sino que tan vieja pueda sentirme.
En esa búsqueda de mi, descubrí corazones vírgenes, otros mas mundanos y otros mas inquietos que el mío. De ellos recibí lo que me dieron con pasión, con solidaridad, con humildad y con desprendimiento. Así encontré descanso, porque éste sólo se logra cuando se ha sido inquieto.
Encontré puertas cerradas, pero una inmensidad de ventanas de par en par que se abrieron para permitirme llorar, cantar, reir, sufrir, rabiar y vivir.
Muchos no me entendieron, otros no quisieron hacerlo ( y no tenían porqué), otros me cuestionaron, otros me juzgaron, unos cuantos me concedieron su paciencia y otros sencillamente me aceptaron.
Aún no se mucho, creo que aún no se nada. Sólo estoy aprendiendo que la felicidad es una manera de viajar y no una parada.
Entre tanto, encontré corazones inmensamente generosos a los que decidí atesorar el resto de mi vida y de mi muerte también. Porque ante mis dolores me dieron ánimo para calmarlos, ante mis arrebatos me dieron sosiego para apaciguarlos, ante mis fracasos me dieron fuerza para buscar el éxito, ante mis alegrías, me dieron su mejor sonrisa. En fin.
He procurado ser sincera conmigo misma y en consecuencia con los demás. Tal vez para algunos he sido dura, imprudente, impulsiva y no se equivocan.
Pero sepan todos, que a cada uno de ustedes les concedo el que ahora sea un poco más cauta, más serena, más cuerda y sobre todo más feliz. Sencillamente he intentado acatar con docilidad el consejo de los años, abandonando con donaire las cosas de la juventud.
No soy la excepción, todos tenemos necesidad de un amigo. Qué generoso el Universo al concederme no uno; sino varios amigos. Amigos que respetaron la peregrina que hay en mí, que por adelantado me dieron calor y descanso, que me dejaron entrar sin uniformes o normas y ante quienes no tuve que pedir disculpas aunque fuesen necesarias.
Porque a pesar de las miles de palabras innecesarias que alguna vez pronuncié, por encima de mi terquedad y vanidad ante los errores, simplemente honraron mi esencia, me quisieron y no cuestionaron mi libertad de equivocarme.
Con ustedes es que quiero beber y brindar la paz de esta etapa de mi vida.
Con ustedes quiero seguir disfrutando la maravilla de la amistad

Feliz año nuevo