Cosas y casos sin-enmiendas

31.12.09

De una maravillosa pluma, la amiga Gregoria Díaz


No es fácil llegar aquí... A veces me miro al espejo y en cada arruga denoto cada desacierto, cada desafuero, cada rabia que me impuse creyendo que algo cambiaria lo que ya está hecho.
Pero también veo cada triunfo, cada logro alcanzado, cada amor sentido; que no me importa que tan vieja puedan verme, sino que tan vieja pueda sentirme.
En esa búsqueda de mi, descubrí corazones vírgenes, otros mas mundanos y otros mas inquietos que el mío. De ellos recibí lo que me dieron con pasión, con solidaridad, con humildad y con desprendimiento. Así encontré descanso, porque éste sólo se logra cuando se ha sido inquieto.
Encontré puertas cerradas, pero una inmensidad de ventanas de par en par que se abrieron para permitirme llorar, cantar, reir, sufrir, rabiar y vivir.
Muchos no me entendieron, otros no quisieron hacerlo ( y no tenían porqué), otros me cuestionaron, otros me juzgaron, unos cuantos me concedieron su paciencia y otros sencillamente me aceptaron.
Aún no se mucho, creo que aún no se nada. Sólo estoy aprendiendo que la felicidad es una manera de viajar y no una parada.
Entre tanto, encontré corazones inmensamente generosos a los que decidí atesorar el resto de mi vida y de mi muerte también. Porque ante mis dolores me dieron ánimo para calmarlos, ante mis arrebatos me dieron sosiego para apaciguarlos, ante mis fracasos me dieron fuerza para buscar el éxito, ante mis alegrías, me dieron su mejor sonrisa. En fin.
He procurado ser sincera conmigo misma y en consecuencia con los demás. Tal vez para algunos he sido dura, imprudente, impulsiva y no se equivocan.
Pero sepan todos, que a cada uno de ustedes les concedo el que ahora sea un poco más cauta, más serena, más cuerda y sobre todo más feliz. Sencillamente he intentado acatar con docilidad el consejo de los años, abandonando con donaire las cosas de la juventud.
No soy la excepción, todos tenemos necesidad de un amigo. Qué generoso el Universo al concederme no uno; sino varios amigos. Amigos que respetaron la peregrina que hay en mí, que por adelantado me dieron calor y descanso, que me dejaron entrar sin uniformes o normas y ante quienes no tuve que pedir disculpas aunque fuesen necesarias.
Porque a pesar de las miles de palabras innecesarias que alguna vez pronuncié, por encima de mi terquedad y vanidad ante los errores, simplemente honraron mi esencia, me quisieron y no cuestionaron mi libertad de equivocarme.
Con ustedes es que quiero beber y brindar la paz de esta etapa de mi vida.
Con ustedes quiero seguir disfrutando la maravilla de la amistad

Feliz año nuevo

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