25.4.09
Escuchaba peces de ciudad de la Belén y bebía ron solito, cuando llegaron de visita las musas y confusas me contaron que desterrada tanta estupidez y siguiera construyendo líneas que poco a poco me lleven a ti, de esas mismas que me dijeron que aunque no te conozco te espero desde siempre, y un montón de tonterías más que provienen de las hormonas resecas de tanto verano.
Esta inexorable estupidez solo me ha llevado a un coma inducido entre los grados de alcohol y la falta de movimiento, que me permite seguir soñando contigo, que aun no te conozco, pero de quien dibujo pieles palmo a palmo sobre una osamenta perfecta, quien en una inmaculada palidez permite los dibujos caprichosos de pequitas y lunares que siempre me inviten a reposar sobre ellos para empaparme de la piel que decoran.
Estando en coma, ese coma inducido por tu ausencia, recuerdo el sonido de tu risa que no conozco, siento el roce de tus mano que aun no he tocado, veo brillo en tus ojo aun cuando los míos estén cerrados y en un gesto desesperado por ponerle nombre y rostro a ese lienzo tropiezo y caigo rendida sobre un pecho que reposar donde rítmicamente se mesan mis pensamientos como acunándoles para que descansen arrullados entre el latido del corazón y el vaivén de tu respiro.
Un encaje de seda quiero comprar para cubrir con él las ventanas de tu pecho y poder mirar desde ahí la aurora y el atardecer, que sea ligerito pa´ que baile con el viento de mis suspiros, suspiros que serán libres si te miro, si te siento, si te toco y si me muero.
Si muriera en ese coma no habría mejor remedio pues viviendo en tu pecho no hay razón para mas miedos, ni sentido para llantos, ni motivos de tristezas. Las habré echado de casa mucho antes que amanezca y el alba me recuerde que tal vez estés muy cerca.
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